jueves, 1 de octubre de 2009

Conversación con el P. Thomas Keating, místico y maestro de la Oración Centrante



Por Dora Amador Morales
Tomado de http://www.alexlib.com/vozcatolica/61/dora.htm

Thomas Keating es un monje cisterciense norteamericano, que tras conocer el zen, ideó un modo de oración cristiana para guiar a la contemplación basada en la tradición monástica cristiana.


Aquí os dejo una conversación con él.



¿Qué es la contemplación?
La contemplación es la experiencia de la presencia de Dios o de la afluencia de la Gracia, en un sentido distinto a pensar en Él, o a tener sentimientos hacia Él.

Es experimentar a Dios.
Sí, en cierto grado, pero no como Dios es realmente, porque esto es algo que está reservado para la vida futura. Pero es un gustar el sabor del misterio último al que llamamos Dios en la tradición religiosa judeocristiana, y recibe otros nombres en otras religiones. Pero hay un solo Dios.

¿Cómo se puede ser místico y vivir y trabajar en medio del mundo y de sus luchas?
La respuesta a esta pregunta es la misma razón de ser de la Oración Centrante. Es necesaria una disciplina práctica para la vida cotidiana, que permita relacionarse con Dios en un nivel más profundo que el del pensamiento, o incluso del sentimiento. Me refiero al nivel de la fe, la esperanza y la caridad en el sentido de amor desinteresado.
La Oración Centrante consiste en un período durante el cual nos apartamos del ruido tumultuoso del momento presente, del medio ambiente, de nuestro propio ruido interior, de nuestros comentarios internos sobre lo que está sucediendo, y de nuestras reacciones emocionales ante ello, y entramos en lo que Jesús llama, en Mateo 6: 6, "orar en secreto".

¿Qué es, en sí, la oración centrante?
La oración contemplativa es una apertura de la mente y del corazón, de todo nuestro ser a Dios, el Misterio Último, más allá de pensamientos, palabras y emociones. Es un proceso de purificación interior que lleva, si consentimos, a la unión divina.
Es un tipo de oración que existe desde los primeros tiempos del cristianismo. Es un método diseñado para facilitar el desarrollo de la oración contemplativa al preparar nuestras facultades de forma que cooperen con este inmenso regalo de Dios. Es la frecuentación de este espacio dentro de nosotros, el cultivo de este nivel espiritual de nuestro ser, lo que nos abre a la sanación, a la “terapia divina”, por así decirlo.
La redención es la sanación de nuestra naturaleza en sus mismas raíces de pecado, y la sanación de las heridas emocionales de nuestra vida, de lo que San Pablo llama el “hombre viejo”, o de lo que la sicología gusta de llamar ir “del falso yo” al verdadero yo”.

¿En que consiste la disciplina?
Se trata de una práctica regular que nutre y fortalece esta profunda relación con Dios, que es fuente de paz en toda circunstancia, incluyendo las más desastrosas. La razón es que en la oración centrante uno encuentra a Dios como un Dios de infinita misericordia. Y esto es lo que nos capacita para mostrar misericordia hacia todas las demás personas, y para experimentar nuestra unidad con toda la humanidad, y nuestra responsabilidad por los sufrimientos de los demás en el pasado, en el presente y en el futuro.

¿Con qué regularidad debería efectuarse esa disciplina?
Se recomienda que se practique por 20 minutos, dos veces al día, con el fin de adentrarnos en el recinto del silencio. Esto crea un solaz y un reposo interior.

¿Y en qué momento se alcanza la contemplación?
Llega secretamente, o a veces abiertamente; eso depende de la gracia de Dios y del plan que Él tenga para nosotros. Lo primero que Dios hace en nuestro “cuarto interior” es confirmar nuestra bondad básica como imagen de Dios, tal como dicen las Escrituras; y entonces, Él empieza a sanar las heridas emocionales de toda nuestra vida. Los desechos emocionales no digeridos son evacuados durante el período de oración al experimentar los pensamientos que habíamos reprimido durante la infancia, porque nos resultaba doloroso encararlos. Todo lo que se necesita es volver a sentir el problema y dejarlo pasar sin intentar deshacerse de él, sino reconociéndolo, y dejar que la experiencia sea procesada.

¿Diríamos entonces que con la disciplina diaria y la apertura interior a esa presencia divina podríamos llegar a la contemplación donde reside el yo verdadero, uno con Dios?
Sí, pero no permanentemente, porque aún experimentamos las vicisitudes de la vida; pero nuestra actitud hacia esas vicisitudes cambia, y dejan de causar sufrimiento para convertirse en dolor. Y el dolor es algo que uno puede controlar. El sufrimiento es demasiado íntimo para controlarlo, a menos que uno haya llegado a un nivel más profundo de comunicación con Dios, y de que uno sea capaz de reposar incluso en medio de grandes tragedias, desastres o sufrimientos.

Usted ha dicho que toda palabra, o pensamiento que tenemos o que expresamos, afecta al mundo entero. ¿Podría explicar esto?
Eso es lo que dicen los físicos. Se trata de energía.

¿Y qué sucede cuando la energía que prima es negativa?
Daña al universo. La acumulación de energía negativa es lo que probablemente conduce a la violencia, a las guerras y al odio.

Padre Keating, ¿qué es la sabiduría para usted?
La sabiduría es saber a través de la experiencia; su cumbre es conocer, saber, convirtiéndonos en el Otro.

El Otro, ¿es Dios?
Significa Dios. No en el sentido literal de ser Dios, sino en el de participar de la Sabiduría de Dios, que consiste en la visión que Él tiene de la realidad. Pienso que hemos llegado a un momento en que Dios, en un acto de infinita misericordia, nos está ayudando a encontrar más recursos para alcanzar paz y ser capaces de ayudar a la gente a sobrellevar sus tragedias.

¿Qué lugar tiene el pecado en todo esto?
El pecado personal es optar por nuestro proyecto de felicidad basado en necesidades instintivas, como la seguridad, el poder, el afecto y la estima, y dispuesto a pisotear los derechos y las necesidades de los demás –y hasta nuestro propio bien verdadero– con tal de conseguir lo que queremos, o de escapar de lo que no queremos. De este modo, y a causa de la fragilidad de la condición humana y a la influencia de todo lo que ha sido reprimido en el inconsciente, el grado de responsabilidad o de libertad es mínimo en algunas personas, debido al daño que recibieron en su primera infancia, daño cuyo verdadero alcance sólo Dios puede juzgarlo.
Y el pecado colectivo que vemos, lo integran personas más o menos involucradas en el pecado personal.

Pero sólo Dios puede juzgar… Eso es importante, no debemos de olvidarlo jamás.
Es por eso que no podemos juzgar a los demás, porque no conocemos su historia personal, y el daño que puedan haber recibido en la fase inicial de su vida. Por ejemplo, hay personas que se han visto completamente desprovistas de afecto debido a la ausencia de sus padres, familias rotas por completo.
Y estas personas no son capaces de manifestar sensibilidad, o de llevar vidas sociales normales. No experimentan una reacción emocional ante la violencia contra otros. Si conociéramos su historia, sabríamos por qué.

Usted tiene 80 años, posee una vitalidad increíble, y está profundamente implicado en el diálogo interreligioso. Admirable.
Sí, ando en muchas cosas, que en realidad son una sola. Además del diálogo interreligioso, estoy implicado en el diálogo intermonástico con el budismo, el hinduismo. Sigo el desarrollo de nuevos recursos y evalúo nuevos programas para responder a nuevas necesidades.
Pero el trabajo principal sigue siendo propagar la Oración Centrante, por eso viajo tanto. Espero dar conferencias algún día sobre sanación holística, porque la profesión médica está empezando a reconocer la necesidad de la dimensión espiritual de la oración, una vez más. Los médicos reconocen que la gente puede curarse mediante la meditación y la oración, y no sólo mediante compuestos químicos.

Es la “terapia divina” que todos buscamos.
Sí, terapia divina, porque no es sólo una relación, una amistad con Dios que nos transforma para bien; es una relación médica también. La oración contemplativa es en verdad la sanación del cuerpo, de la mente y del espíritu.

7 comentarios:

  1. Meditar dos o tres veces al día 20 minutos es muy bueno, yo lo hago pero la MT, y me ha dado muy buenos resultados.
    Las ideas de Tomhas Keating estan basadas en la culpabilidad, lo cual es falso.
    Pues Dios hace su obra y no permite que esta se le suba a las barbas, Dios siempre lleva las riendas.
    Ademas su obra es El, pues nada puede haber fuera de El y todo el Universo, como su palabra indica es Uno en diversión, Todo es El. y El es todo.
    Con lo cual ni existe la culpa ni el pecado, solo la ignorancia nos hace obrar "mal", mal entre comillas, pues nada esta mal hecho, solo nuestra mente en desarrollo, no puede comprender, la realidad Divina, pero poco a poco lo hara.

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  2. Dios no habla con palabras querido enrique.
    La meditación, nos eleva a estados superiores de conciencia, donde las preguntas se vuelven respuestas.
    Si fuéramos culpables tendríamos libre albedrío, podríamos decidir que hacer, pero la realidad es que tenemos una libertad condicionada, a lo que Dios ha grabado en nosotros, por lo que no somos libres para obrar, solo podemos hacer lo que El quiere que hagamos, y las leyes que nos rigen, puestas por El, nos van dando las pautas, para ir obrando cada vez mejor, pues recibimos una respuesta "buena" o "mala" a nuestras acciones, ejemplo cuando bebemos alcohol que nuestro organismo no tolera, nos emborrachamos.

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  3. ¡Huy huy huy, M.A.! Me ha llamado mucho la atención que, con tan pocos datos del P. Keating y la OC, establezcas un juicio tan radical "y te quedes tan ancho", y discúlpame el coloquialismo. Sus ideas NO están basadas en la culpabilidad, sino, entre otras, en la idea del "Falso yo", un "yo", una imagen que se creó en nosotros para soportar los traumas emocionales de la primera infancia y que busca la felicidad en la satisfacción de las necesidades instintivas de afecto/estima, seguridad/supervivencia y poder/control, y que basa su propia estima en la identificación con el grupo o la sociedad a la que pertenece. Habla de necesidades "instintivas", no controladas, y la ansiedad, las pasiones y sentimientos desordenados que supone moverse por el instinto (los PP Cistercienses hablan mucho de "anima", "animus", etc.) no pueden generar felicidad ni plenitud, y se sirve hasta realidades buenas, pero las degrada. Nuestra esencia es buena, es nuestro auténtico Yo, y esa Esencia nuestra es dinámica y tiende a crecer por sí misma. Formo parte de un grupo de OC de habla hispana. Y si queréis información de primera mano, en la web oficial hay muchos libros de Keating, si picáis en "archivos". Es: www.extensioncontemplativainternacional.org (José Antonio, estoy segura de que te gustará)

    Dices que Dios lleva las riendas, no permite que su obra se le suba a las barbas;en mi caso, Dios "va detrás de mí" arreglando los "desperfectos" de mi vida que son fruto de vivir desordenadamente lo que soy, esa bondad, verdad y belleza de que estoy hecha, ¡y me maravillan los resultados, pero es que es Dios...! Fuera de bromas, nunca podría "subirme a las barbas" de Dios porque soy limitadilla, pero frecuentes actos míos surgen de un fondo en el que busco la felicidad o cierta paz en fuentes bastante mediocres, y eso puede ser idolatría, pero elegida por mí, o soberbia, pero elegida por mí, en un "reto" inconsciente a Dios, creyendo que puedo generar felicidad, frente a la Felicidad e Imagen y Semejanza de Dios para la que me concibió y en la que me recrea y con la que me identifico cuando me pongo a tiro, me vivo en Su Presencia.
    ¿De verdad crees que sólo hacemos lo que Él quiere? Dudo mucho de que quiera que se hagan o hagamos muchos de los actos que hacemos. Para mí que, más que las leyes, lo que realmente cambia mi conducta es desde donde lo hago, qué parte de mí me moviliza y me inclina a actuar de un modo u otro.
    Sí, pienso que Dios quiere integrarnos cada vez más en Él, porque lo es todo y nada existe fuera de Él. Claro que creo que muchas veces obramos de un modo que nos hace daño por ignorancia, pero tras nos dañamos -que para mí y para OC y para muchos, eso es " obrar mal" o "pecado" - sabiendo y hay otros elementos: hay desidia, hay falta de fe en uno mismo, etc. El hecho de superar esa ignorancia sin más no nos asegura obrar bien, al igual que nosotros somos más que nuestro intelecto.
    Me he decidido a escribir porque me ocurría en tiempos que desechaba ideas o planteamientos sin conocer realmente y perdí muchas cosas y realidades interesantes, estoy segura. Ahora miro, observo, lo más libre posible de condicionamientos previos, y también de los condicionamientos me he ido creando en la vida y pueden empobrecerme. Lo mejor es conocer de primera mano y dar una oportunidad, y te lo digo también por alguna reflexión que he leído por ahí comentando a padres cistercienses: leerlos directamente es riquísimo y da una medida proporcionada porque conectamos con la verdad del otro, su coherencia y de qué está hecha.

    Ufff, perdonadme semejante rollo... Y sí, Unsui, la imagen puesta del H. Rafael es muy especial también en mi caso: ocupa un lugar privilegiado en mi cada porque mirarla me hace la mirada más limpia y el corazón más dulce (y si lees sus obras, verás por qué). Saluditos maños y ... gracias por la paciencia del que haya llegado hasta aquí.

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  4. Camino,tu inquietud por encontrar la verdad es maravillosa.
    Debemos de partir desde un punto, todo lo que vemos es una ilusión,una comedia,digo yo;La Divina Comedia.
    Nuestra mente, esta sujeta a las percepciones de los sentidos.
    debemos de trascender estas, para llegar a la única realidad:Dios
    Ejemplo:Si soñamos, que realizamos una tarea,hacer un palacio en sueños.
    Cuando por fin después de muchos trabajos,,damos por concluido este, despertamos y comprobamos que todo el trabajo realizado no sirve de nada el palacio no existe., pues todo trabajo en el sueño no es real.
    Por eso debemos de despertar a la única realidad:Dios, por medio de elevarnos al estado del yo superior.
    Ya que todo trabajo en este mundo de fenómenos,ilusorios,
    es estéril, a no ser que ese esfuerzo sea para trascenderlo y llegar a la única realidad.
    Por eso debemos de comenzar con estados de alerta, viviendo siempre en presente, conscientes sin juzgar, solo observar, con ello conseguimos, ver la realidad de las cosas.
    Así, pues los pasos a seguir, son:Alerta,consciente, sin juzgar y nos viene la información, la respuesta.
    Ya que cuando juzgamos emitimos nuestro propio conocimiento, lo grabado en nuestra mente y por lo tanto no recibimos información, pero al no juzgar, no emitimos y quedamos en un estado de recepción, donde Dios se nos manifiesta.
    Ya que nos ponemos en estados de conciencia
    continuara....

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  5. Gracias doy al Señor que nos conduce hacia El.
    En lo secreto nos Encontramos con Aquel que nos conduce hacia El. ALELUIA.

    Saludos desde Buenos Aires capital Argentina.
    Unidos en comunion orante.
    En la exigencia de orar los unos por los otros
    los amo en CRISTO ADELANTE. GRACIAS POR SU SI
    A DIOS LES HACEN MUCHO BIEN AL MUNDO ENTERO.

    soy madre de dos varones, psicologa de profesion y orante por vocacion

    adri

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  6. El Señor Jesús, Hizo su
    Oración delante de sus apóstoles que
    le vieron orar.-
    Se escribe que
    1. se apartaba,
    2. elegía el lugar
    3. se quedaba sólo, o acompañado por pocos,
    que luego quedaban apartados, porque Jesús
    rezaba aún más apartado.
    4 Se quedaba en silencio, fuera del bullicio
    y lo mundanal. Quierto. En Silencio.
    5. Le rezaba al Padre.- Esa es la Oración,
    7- Había un tiempo de oración.- La iniciaba,
    la concluía.- Luego encaraba su labor
    su caminar, su ser.
    6. No hacía ni ceremonias, ni aspavientos, ni
    gritaba euforias, .
    Quietud, apartamiento,
    silencio, Oración al Padre,
    6. Rezaba con todo su corazón, intensmente,
    al punto que se transfiguraba, y se hacía
    Luz, Era toda la paz, y la daba. O no?
    HL

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