viernes, 26 de marzo de 2010

La Integración Final: Hacia una terapia monástica, por Thomas Merton.


“El hombre que ha logrado la integración final ya no se halla limitado por la
cultura en la que ha crecido. “Ha abrazado la “totalidad de la vida”... Ha
experimentado... la existencia humana ordinaria, la vida intelectual, la creación
artística, el amor humano, la vida religiosa. Trasciende todas esas formas
limitadas, al tiempo que retiene todo lo mejor y lo universal que hay en ellas...
No solamente acepta a su propia comunidad, a su propia sociedad, a sus amigos,
a su cultura, sino a toda la humanidad. No permanece atado a una serie limitada
de valores de manera tal que los opone a otros adoptando posturas agresivas o
defensivas. Es totalmente “católico” en la mejor acepción de la palabra. Posee
una visión y una experiencia unificadas de la única verdad que resplandece en
todas sus diferentes manifestaciones, unas más claras que otras. No establece
oposición entre todas estas visiones parciales, sino que las unifica en una
dialéctica o en una visión interior de complementariedad. Con esta visión de la
vida, puede aportar perspectiva, libertad y espontaneidad a la vida de los
demás”.

2 comentarios:

  1. Nuestra cultura y condición social marca al individuo, queramos o no. Quizá esa visión integral del mundo y de la vida solo se pueda obtener mediante la renuncia a muchas de las ideas que hemos tomado como 'principios inamovibles'.
    Un abrazo
    Pablo

    http://pmartimor.blogspot.com

    ResponderEliminar
  2. Tienes razón y no es fácil, Merton parece hablar de alguien que ha vivido y ha conocido muchas cosas, no estoy hablando necesariamente de alguien mayor (se pueden pasar muchops años anclado en las propias creencias cerradas)sino de alguien que se ha abierto a los demás, al cosmos y a la Vida, unificando sus experiencias sin fundirlas en una ni separarlas unas de otras.
    Merton fue un ejemplo de esta aspiración intentando integrar en su persona la espiritualidad de oriente y occidente sin abandonar su identidad personal, cultural, socialñ y eclesial.

    Un saludo, Pablo.

    ResponderEliminar