miércoles, 16 de diciembre de 2009

El carisma cisterciense laico, por Bernardo Olivera


La naturaleza monástica de nuestra Orden (Cst.2) no impide que muchos elementos de su espiritualidad (Cst.3) puedan ser compartidos con laicos en el mundo. De hecho, la Regla de san Benito ha sido vivida desde siglos por oblatos externos al mismo monasterio. Por lo demás, varios monasterios de la Orden Cisterciense pertenecientes a diferentes Congregaciones cuentan con oblatos laicos que viven en el mundo.

La separación del mundo (Cst.29), característica tan propia de nuestra vida monástica, no nos ha de hacer olvidar que, como miembros de la Iglesia, nuestra vida tiene "una auténtica dimensión secular" que hunde su raíz en el misterio del Verbo encarnado. Ciertamente, todos los miembros de la Iglesia somos partícipes de la dimensión secular de la misma, pero lo somos en forma diversa. La "índole secular" de los fieles laicos es diferente y complementaria de la dimensión secular de los monjes y monjas (Christifideles laici 15).

Nuestro celo monástico por la "extensión del Reino de Dios y la salvación de todos los hombres" (Cst.31) abarca también "la restauración de todo el orden temporal" (Cf. Christifideles laici 15). Nuestra "secreta fecundidad apostólica" (Cst.3.4) encuentra profunda consonancia y complementación con la vocación de los fieles laicos, "llamados por Dios para contribuir desde dentro, a modo de fermento, a la santificación del mundo mediante el ejercicio de sus propias tareas" (Christifideles laici 15).

Nuestra misión de anunciar el Evangelio con nuestra presencia contemplativa (Cst.68.1) no es exclusiva ni excluyente, por el contrario, admite la complementariedad de la presencia contemplativa de laicos inmersos en el seno del mundo. La misión propia a nuestro carisma no se agota con nuestra forma de vivirla y manifestarla. La implicación de laicos seculares en nuestro carisma y misión hará más evidente la actualidad y utilidad de los mismos.

El misterio de la Iglesia-Comunión implica, en la práctica, un intercambio de dones al servicio de la nueva evangelización.

En consecuencia, respondiendo a la primera pregunta, considero que el hecho de que los seglares hoy día se sientan atraídos e identificados con el carisma cisterciense, puede ser entendido como un signo de que el Espíritu desea compartirlo asimismo con ellos, a fin de que dicho carisma reciba también una forma secular en el hoy de nuestra historia.

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