El carisma cisterciense es una manera determinada de vivir el Evangelio, no puede entenderse al margen ni por encima del mismo. Y, por ello, al igual que ha pasado con el mensaje cristiano se ha visto reducido en muchas ocasiones a una “espiritualidad” individualista (centrada en la transformación del individuo), privatizada (al margen de lo social), intimista (centrada en los aspectos internos del ser humano y sin referencia a su dimensión estructural) y espiritualizada (opuesta a la corporalidad y la dimensión encarnada de lo humano).
Si lo central del mensaje cristiano es la construcción del Reino (una nueva manera de vivir que implica una transformación integral de la persona y de la sociedad en orden a construir un mundo más fraterno, igualitario, libre y profundo), el carisma cisterciense es un modo de concretar esa construcción del Reino en la historia.
El monacato quiere vivir lo ideales de la Iglesia de los orígenes (la iglesia de los pobres, de los que hacen una opción en contra de poner el centro en el dinero, el prestigio o el poder) en el contexto de una sociedad que dice ser ya cristiana y de una Iglesia que tiende al eclesiocentrismo y la teocracia. Este monacato de los orígenes y esta iglesia de los pobres son la referencia del monacato cisterciense, que buscan vivir esos ideales en la sociedad feudal del siglo XII.
Esencial al carisma es por lo tanto este deseo de mantenerse fieles a la Iglesia de los pobres y a la Iglesia primitiva.
Los cistercienses, como los monjes en general, creerán que el monacato es heredero de la Iglesia primera, la Iglesia de Jerusalén, descrita por los Hechos de los Apóstoles, en la que todo era común, frente a la Iglesia institucional que se habría mundanizado buscando el poder, el dinero o el prestigio, valores mundanos o del sistema dominante. La plasmación de esos ideales primeros, olvidados por la Iglesia institucional en demasiadas ocasiones, será la reivindicación de la Iglesia de los pobres (los cistercienses se van a llamar a sí mismos pobres de Cristo) como garantía de libertad y autenticidad para la iglesia.
Esencial al carisma es, por lo tanto, también este deseo de fidelidad a la iglesia de los pobres (la Iglesia que no busca el poder sino ser auténtica y vivir de un modo diferente y más fraterno) frente a las tendencias burocratizadoras de la Institución. El deseo de reforma en la Iglesia es algo propio del carisma cisterciense y no algo simplemente circunstancial a la época.
Císter es un proyecto de Iglesia diferente a la iglesia integrada en el sistema feudal, que busca la libertad de la Iglesia, pidiendo que se abandonen los compromisos con las clases nobles feudales que terminaban haciendo a la Iglesia colaboradora de un sistema injusto y poco evangélico.
El modelo eclesial para los cistercienses es muy colegial, es decir, más democrático y quiere dar mucha importancia a los obispos, más que a la burocracia central del papado. Se busca una organización unida pero más colegial, al estilo de la orden cisterciense, gobernada por una asamblea y no por un individuo como en Cluny.
Esencial al carisma es la idea de que la Iglesia no debe buscar el poder, o la riqueza como base de su libertad, sino salirse del sistema y fomentar modos de estar en el mundo diferentes al estilo feudal (el monacato cisterciense es un modo de estos alternativos). Se reconoce la autoridad moral de la espiritualidad cristiana, de la Iglesia, del papado, pero para ello, la Iglesia debe permanecer desvinculada de la alianza con el poder, en caso contrario, su autoridad se pierde.
Se apoya un poder laico autónomo, no sometido a la Iglesia, pero sometido a la ética y a la espiritualidad para que sea un poder verdaderamente humanizador y, por lo tanto, legítimo. El dinero, la erudición, la técnica, el poder… no son la meta de la sociedad y de la cultura, la meta es el Amor (fraternidad) y la justicia social. Sólo así el poder laico cumple su misión, pero para que el poder acepte sus límites, no debe la Iglesia dominarlo al estilo de una teocracia, pues entonces ella misma se convierte en un poder opresivo.
El poder social debe ser laico y espiritual o ético, desde la autonomía respecto de la Iglesia. Se deben buscar modos de autocontrol del poder laico y no de control del mismo desde la Iglesia. La Iglesia sólo tendrá autoridad moral si se pone del lado de los pobres, de su defensa, de la justicia y se hace más contemplativa, que no quiere decir, más pasiva sino menos eclesiocéntrica y más reinocéntrica.
Es frecuente que en las exposiciones del carisma cisterciense se olviden estos aspectos esenciales al carisma y que lo hacen tan actual y tan cercano, a la vez, a los ideales evangélicos.
No es casual este olvido, evidentemente, en el carisma cisterciense a hay una crítica implícita a muchas de las opciones que la Iglesia y al sociedad hicieron y hacen, por ello, resulta para muchos unos aspectos que les denuncian determinadas actitudes y estilos actuales.
Recurperar estos aspectos es esencial si queremos revitalizar el carisma hoy, sin ellos, el carisma seguirá viviendo a medias y sin desarrollarse en toda su plenitud.
Le hice a otra persona las siguientes preguntas, que también se las hago a usted:
ResponderEliminar¿Cuál es la relevancia de las vigilias dentro de la tradición católica? y, además, ¿de que forma las vigilias contribuyen a aproximarse a Dios? Sucede que grandes santos y místicos dentro del catolicismo, así como dentro de otras tradiciones religiosas, las practicaban como medios de aproximarse a Dios. Lo que no logro comprender es de qué manera esas prácticas realizan su cometido.
Espero su respuesta.
"¡Felicitaciones, carísimos, porque ha nacido el Salvador! No cabe la tristeza cuando nace la vida. Si eres santo, ¡alégrate!, porque tienes encima tu premio. Si eres pecador, ¡alégrate!, porque se te ofrece el perdón. Si eres un pagano todavía, ¡alégrate!, porque eres llamado a la vida de Dios". (San León Magno)
ResponderEliminarFeliz y Santa Navidad. Un fuerte abrazo
Hola José Antonio, veo que ya no sigues con el blog.
ResponderEliminarlo lamento, porque es bueno.
Sé que paso poco por tu casa, pero te aseguro que no llego a más.
Con ternura
Sor.Cecilia
"ORA ET LABORA." - Benito de Nursia.
ResponderEliminarOran o, al menos, eso parece pero al poder eclesiástico se le olvidó la parte de trabajar para mantenerse en comunión con Dios.
Se centran en esparcir el evangelio consiguiendo fieles de escasa espiritualidad que no hacen más que alejar de la Iglesia a aquellos que de verdad se proponen llevar una vida como Dios manda.
A este ritmo el mensaje de Dios tal y como lo defiende la Iglesia no durará mucho más de dos siglos, siendo la parte más poderosa el patrimonio monumental levantado por cuasi-laicos y talento secular.
No le veo mucho futuro a la Iglesia. Y no sé si estoy siendo pesimista u optimista.
Gracias por tu trabajo!