Ya he hablado en otras ocasiones del movimiento shingaku, que he conocido a través de Pedro Vidal, un movimiento religioso japonés, que puede considerarse una escuela zen encarnada en un contexto neoconfuciano. Se trata de un movimiento que no se encuentra integrado en la institución monástica budista, sino que forma un movimiento independiente dirigido por laicos y que bebe del budismo, del neoconfucianismo y del shintoismo.
Este movimiento es heredero de movimientos cercanos al zen institucionalizado pero críticos con el mismo (el zen de Bankei), así como también de escuelas contemplativas que han conocido el zen y le han realizado críticas, como el neoconfucianismo.
El Shingaku asume, por ejemplo, la crítica neoconfuciana a aquel zen excesivamente centrado en la búsqueda de la iluminación de un modo puramente contemplativo, entendiendo que hay que integrar la práctica contemplativa con la práctica ética en la vida cotidiana. Acción y contemplación han de ir de la mano, no pudiendo ser la búsqueda espiritual una huida de la vida cotidiana. Así, para el shingaku la iluminación-hatsumei- (descubrir la mente original) no es la meta sino el comienzo del camino, después de la iluminación hay que preservar ese descubrimiento mediante la praxis ética en la vida cotidiana, que será la praxis fundamental del shingaku.
Siguiendo al maestro zen Bankei, el shingaku también rechazará una excesiva sistematización del zen. El zen no es una técnica de cómo sentarse, o un método para trabajar con los koan, ni se identifica con una u otra de las prácticas que los maestros zen transmiten, siendo estas técnicas muy útiles, utilizadas de modo flexible, el zen es una experiencia que se transmite de unos a otros, una “huella” dejada por el encuentro entre maestros (tengan o no certificación) y discípulos. Las enseñanzas y técnicas transmitidas son un signo y un instrumento de esa “huella”, de esa “relación transformadora”, son necesarias y debemos ser fieles a lo aprendido pero no son la meta, deben ser adaptadas de modo flexible a la situación de cada momento y de cada persona, siendo fieles a la experiencia que quieren provocar y transmitir. Por eso, Doni, un maestro del Shingaku, dirá que éste es “una transmisión especial fuera de las Escrituras, que no se basa en palabras o letras… una transmisión de mente a mente-de corazón a corazón“. Bankei para señalar esto decía que no era necesario el uso de koan o del zazen, no establecía métodos ni tiempos en los retiros, rechazaba los métodos rígidos y violentos de su época, permitía que sus discípulos se levantaran de las sesiones si tenían algo que atender o no despertaba al que se quedaba dormido en el zazen, en él primaba la flexibilidad junto con la praxis, praxis que para él era fundamentalmente la vida cotidiana vivida desde la confianza total en la “mente no nacida”, evitando los estados emocionales negativos y prestando gran atención a lo realizado en cada momento con actitud de agradecimiento y respeto.
Con esta flexibilidad el Shingaku llevó al descubrimiento de la mente original a muchas personas (Robert Bellah habla de que 36.000 personas recibieron el certificado -llamado Dansho en el shingaku, similar al inka del rinzai- de algún maestro del shingaku a lo largo de 100 años). A las escuelas de zen rígido ya les pareció que esta fecundidad era fruto de una falta de profundidad en la experiencia del shingaku, sin embargo, los maestros zen tradicionales cuando se han acercado al shingaku han confirmado la profundidad de la experiencia que transmite, así por ejemplo, Imakita Kosen, abad del monasterio rinzai de Engakuji, reconocerá como sucesor de su transmisión a Kawajiri Hokin, uno de los líderes del shingaku en el siglo XIX. Para Toan el gran sistematizador del movimiento shingaku la causa del éxito del mismo se debía a la "gran fe" que poseía en la mente original.
Hace poco una escuela de zen inglesa, vinculada al chan chino, ha estudiado al Shingaku comparándolo con otras escuelas de zen occidentales, confirmando la profundidad del mismo y rechazando “la iluminación” de otras formas de zen difundidas en Occidente como el movimiento Big Mind (Revista New Chan Forum n. 38, spring 2009).
Creo que la flexibilidad en el camino espiritual (que no tiene nada que ver con la blandura fofa) es fundamental y es una de las “prácticas” más difíciles de realizar. Cuando se consigue, lso frutos espirituales son abundantes y el camino se abre a much@s, para asombro de los que siguen caminos rígidos y complicados creyendo que eso garantiza el “éxito”.
Como decía Jesús “Te doy gracias Padre porque has enseñado estas cosas a los sencillos y se las has ocultados a los sabios y entendidos”.
Precisamente comentaba hoy a una amiga budista, la falta de ética exotérica, de acción hacia la sociedad del budismo. Veo que ellos también son conscientes de este prblema (al menos, algunos de ellos). un abrazo: Joan Josep
ResponderEliminarHola Joan, creo que en el budismo la ética es muy importante; es verdad, que quizá en alguna escuelas se han exagerado los aspectos contemplativos y por ello, periodicamente hay que realizar críticas y reformas. Pasa en todas las tradiciones, quizá entre los cristianos lo que tengamos es un excesivo moralismo, reduciendo la experiencia cristiana a una mera ética. De ahí lo bueno que es el conocimiento y diálogo mutuo entre tradiciones, aprendiendo unas de otras para equilibrar lo que pueda haberse exagerado u olvidado.
ResponderEliminarun abrazo.
Hola José Antonio.
ResponderEliminarAgradecido por tu aportación de hoy.
Es la primera vez que leo en algún blog un comentario crítico con las prácticas del movimiento Big Mind.
Yo sólo conozco el Big Mind por la información disponible por Internet, pero de entrada no me provocan mucha confianza las vías espirituales que se presentan como "atajos".
Leeré en los próximos días con interés la referencia que nos das sobre la revista "New Chan Forum".
Hasta la próxima.
Muchas gracias por tu participación siempre interesante, yo tampoco conozco directamente el big mind, sólo a través de personas en cuyo criterio confío, que lo valoran como una posible vía de psicoterapia, no como un camino "místico" en sí mismo (aunque pueda ayudar en el camino a algun@s).
ResponderEliminarParece que el Big Mind se basa en la experimentación de arquetipos cada vez más transpersonales, evidentemente experimentar un arquetipo transpersonal sigue siendo una experiencia dualista y no es equivalente a la iluminación tal y como se entiende en las místicas tradicionales, que no es algo puramente puntual (una experiencia alterada) sino una trasnformación progresiva de la conciencia y la existencia que es la huella que queda después de las "experiencias" siempre relativas.
Si le damos un valor relativo y lo situamos en el ámbito que debe estar, el psicológico) el Big Mind puede ser una ayuda en algún caso, como digo.
un abrazo.